Antropología de la corporeidad. El animal que calza. (13)
Envuelve la maledicencia, la profana y la científica, un cúmulo de descalificaciones para el que detiene su mirada en el pie de la mujer que se desplaza despreocupada y cándida por la vereda. Y el voyeur, envuelve al pie observado en una estética e inútil mirada de asombro, casi pueril si no fuera porque la sensualidad regula el tránsito químico-espiritual del entusiasmo. Rara evaluación la que efectúan los moralistas del saber y de la vida: impugnación psicológica para un ejercicio de suave ociosidad. Los ojos que se caen en el Génesis del cuerpo erecto, que, luego, por la esbeltez del protésico calzado, llega a dotar al pie de alas. No hay procacidad ni morbo en el ojo que desnuda, a un mismo tiempo, el arraigo terrenal y el vuelo preñado de artificialidad. No revela la mirada de la inocente sandalia ninguna anomalía paidófila: denota apenas el escozor antropológico que supone el descubrimiento erótico del otro. La maledicencia recala en el espíritu de quien, con sensua...