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Mostrando entradas de 2011

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (10)

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La chinela (mule) disuelve prejuicios. La desnudez comienza en la tierra. Un delgado lazo aferra al pie a la seducción estética. Pero fuera de la tecnología de la belleza el pie se exhibe sin proscripciones ni mandamientos. Satánicamente sagrado el pie deja al descubierto el nombre de la subjetividad. No hay disimulos ni complejos. No hay mojigatería. Todo es piel expuesta a los elementos. A la lengua del sol que lame el empeine y madura el racimo frutal de los dedos. La pierna cruzada deja que el pie juegue displicente, inconsciente con la diminuta prenda que marca la mínima separación entre la animalidad y lo antropológico. Se hamaca la ojota entre los dedos juguetones. La malicia y la inocencia se conjugan en esos movimientos que solo la chinela condensa. Curiosa hibridez entre lo público y lo privado. La chinela calza para el dormitorio y desviste para la calle. Sensualidad y comodidad se funden en su modesta concepción ergonómica. Besan sus tiras los ojos del que descubre la fem...

Antropología de la corporeidad. El animal que calza. (11)

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  High heels. Tacones altos. Tacos agujas. Procacidad del calzado que ubica al cuerpo en la paradoja de lo humano: lejanía de la tierra para instalarse en la erótica de la sangre y el semen. Construcción delicada y artística de la hetaira, sagrada e imprescindible. Limpia suciedad de la referencia más nítida a la animalidad. Asepsia social, incontaminación ante el abigarrado dolor de los condenados de la tierra. El tacón desconoce a la mansión y a la favela. Extraño instrumento de la trascendencia en la ardiente brevedad de la carne. Elevada como una reliquia, hundida en la profana lascivia. Altar y burdel al mismo tiempo. Comunión etérea y cópula bestial. Funámbula belleza adherida a su tecnología de goce. Devuelve al cuerpo una extraña verticalidad desde la altura celeste del tacón. Tecnología de la lujuria montada en al cambrillón libertino que hace del pie una serpiente de la concupiscencia. El tacón desnuda a pesar de los atavíos. Prostituyen angelicalmente. Habilita la ciuda...

Conchita - Puede ser

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Antropología de la corporeidad. El animal que calza (12)

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Antropología de la corporeidad. El cuerpo agota y cierra mi ontología, siendo que es, sin embargo, el pasaje hacia el otro. El pie es el agujero de ese cierre, su fuga. Y esa costura de mi cerrazón se potencia con el calzado como vía de una reunión con el otro, que mira mi pie calzado, que está atento a la dirección del mismo, que de reojos constata su intención de acercamiento o huída. Parece el calzado, pues, un principio ético y político de religamiento. Me dejo mirar por el otro y engalano el pie, dando lugar a una estética singular: el cubrimiento de lo que construyó la cultura occidental como lo menos humano de la corporeidad. El cuerpo tiene límites espaciales: siendo el arriba y el abajo dos ubicaciones esenciales. El pie me aferra hacia abajo y su hundimiento en la tierra lo alejó del acontecimiento digno e historiable. En ese sentido el pie descalzo acorta mi estatura antropológica. Pero el zapato puede ponerle alas a los pies. Las alas del taco, las alas de la...

Antropología de la corporeidad. El animal que calza. (13)

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Envuelve la maledicencia, la profana y la científica, un cúmulo de descalificaciones para el que detiene su mirada en el pie de la mujer que se desplaza despreocupada y cándida por la vereda. Y el voyeur, envuelve al pie observado en una estética e inútil mirada de asombro, casi pueril si no fuera porque la sensualidad regula el tránsito químico-espiritual del entusiasmo. Rara evaluación la que efectúan los moralistas del saber y de la vida: impugnación psicológica para un ejercicio de suave ociosidad. Los ojos que se caen en el Génesis del cuerpo erecto, que, luego, por la esbeltez del protésico calzado, llega a dotar al pie de alas. No hay procacidad ni morbo en el ojo que desnuda, a un mismo tiempo, el arraigo terrenal y el vuelo preñado de artificialidad. No revela la mirada de la inocente sandalia ninguna anomalía paidófila: denota apenas el escozor antropológico que supone el descubrimiento erótico del otro. La maledicencia recala en el espíritu de quien, con sensua...

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (14)

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El hedonismo subversivo de los pies. La adoración de los pies esconde una poderosa herramienta de resistencia a la normatividad genitalizada. Los antiguos testimonios que se recogen en diversas culturas ponen de manifiesto que el deseo y la fantasía humanas siempre erigieron en fetiches (bastiones o puntos de resistencia), a partes no genitales del cuerpo humano. En efecto, la interdicción de exhibir públicamente los genitales es absolutamente comprensible dentro del orden de la “civilidad pudorosa” o del “decoro civilizatorio”, pero ello no implica la construcción discursiva de un objeto tabú o perverso que siempre ha de permanecer oculto. Apenas salidos de la visibilidad pública, los órganos genitales se buscan, aún cuando la norma del urbanismo moral concibiera como únicamente válida la fusión reproductiva. (De todos modos, la norma no es capaz de conjurar absolutamente los conatos de rebeldía erótica que encierra el deseo humano y los órganos genitales se rehabilitan en el uso luj...

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (15)

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La vestimenta de la prostituta es una rebelión a la gazmoñería y a las injusticias devenidas de esa deshonestidad antropológica. La moral vigente pretende soterrar a la prostituta en la vergüenza clandestina y en el burdel donde la lascivia realiza hazañas sexuales que la sociedad deja impunes. La sandalia con plataformas eleva a la prostituta del fango moral en la que la hunde el uso social. Elevación de la digna belleza y del uso hedónico del cuerpo, que suplementa la estima que jaquea la hipócrita maledicencia. Empoderamiento momentáneo que aspira a consolidarse en el reconocimiento ontológico, en la aceptación moral, en la reivindicación del placer como instancia humanizante. Taco infinito que eleva al cielo que promete la emancipación de las condiciones oprobiosas de existencia de vastos sectores de la población. Alta daga que vence batallas seculares donde la invisibilización social ha sido la regla. Viboras de cuero que trepan por la pantorrilla sometiendo el vano orgullo del q...

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (16)

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La paradoja de la bota. Calza la bota de caña larga apresando la pierna en su extensa belleza. Raro ocultamiento de la piel que instaura el novedoso deseo perfeccionado por la fantasía. Voracidad de descubrimiento, hambre de desnudez. El acortamiento artificial de la pierna empodera el impacto de los glúteos. Deambular de los ojos entre las piernas enclaustradas y la nueva prominencia de las nalgas que se burlan desde el infierno de la intentona monástica de reducir sensualidad al universo. Conjunción estética que desarma furiosas contundencias y preconceptos: el de la bota brutal del poder castrense y el de la mojigata e histérica moral de la vestimenta. Explosión curiosa de nuevos escándalos: el escándalo de la pletórica desnudez que construye la imaginación erótica.

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (17)

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La desnudez recala en el pie. Es por ello que la gazmoñería se concentra en su ocultamiento, en su camuflaje, en su invisibilización. El pie desnudo revela el cuerpo todo. De allí el zapato monástico o la sandalia del sacerdote que esconden el pie cuales oprobiosas celdas de clausura. Como el escote insinuante o el tajo de la falda que permite que el cuerpo se vuelva carne desmedida, el pie descalzo o apenas encubierto captura la mirada de quienes no experimentan la estúpida vergüenza que deja en nuestras subjetividades la epistemología del miedo. El ojo habita el desenfado de la carne, la asume y la incorpora. Fuera de la moral pacata, el ojo se sostiene en el ojo del que no oculta lo que fenomenológicamente es. En el discurso de la esencias cabe el encubrimiento, la falsificación, la defección terrenal. El pie se posa desatento en la mojada grama o en la cálida madera. Se amolda a la libertad. Corretea dedo a dedo. El que mira a los ojos se detiene en el pie, y presiente de...

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (18)

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Antropología de la corporeidad: el animal que calza. La subalternidad del pie tiene que ver con la <ontología de la fantasmalidad>. El fantasma secundariza el pie. Sus extremidades inferiores son borrosas o inexistentes. Porque el pie retoma mitologías paganas y demoníacas. Pezuñas, patas de cabra, extrañas hibridaciones de humano y animal dan cuenta de la poderosa connivencia entre el pie y una antropología erótica. La borradura del pie o su demonización denuncian la referencia del pie a la desnudez total. El nudismo es una práctica restricta. Pequeños grupos lo practican en ciertas condiciones de privacidad. Esto no revela nada más que prejuicios sociales que conforman, sin embargo, el erotismo y el deseo. La persistente presencia de la desnudez total de los cuerpos conmina a pensar nuevos territorios y mecanismos erógenos. Los pechos sueltos de las mujeres en las tribus no generan en los varones un estado permanente de excitación sexual. La construcción del deseo y la sexuali...

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (19)

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Reducir la erótica del pie a una medicalización psicoanalítica resulta por lo menos una intelectualización que saca el sentir del fluir existencial, que se caracteriza por su absoluta gratuidad, por su delectación improductiva. El objeto del deseo es un constructo absoluto (aún la reproducción humana -en su fisiología- es aleatoriedad, contingencia). Que la genitalidad agote la sexualidad es una construcción histórica susceptible de reconstruirse minuciosamente. Si el deseo del pie cae en la teratología de las perversiones es porque se juzga desde una inexistente e indeseable normalidad. El pie, su movimiento cándido, es gozado en su inocente fluir. Es ese fluir ateleológico lo que genera pasión, emoción y disfrute. El movimiento del pie es inconsciencia en un enorme porcentaje. Y cuando es instrumento de seducción consciente es racionalidad erótica, es tecnología hedónica, nunca perversión enfermiza. Es movimiento calculado para el placer. Encabalgamiento de la fisiología en la coreog...

Antropología de la corporeidad: el animal que calza (20)

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Antropología de la corporeidad. El animal que calza. (20) La nobleza de las manos deviene de su carácter aéreo. Frente a ello, lo innoble o sucio del pie terrenal. Lo aéreo, lo sublime, lo ligero es el contenido espiritual, cuyo continente empírico es la cabeza. En la prestidigitación metafísica la cabeza (material) se piensa como materialidad contigua a lo almático. Visión prejuiciosa que desconoce la incidencia del pie en la conformación evolutiva y material de la cerebración especial del ser humano. La posición bípeda, posible por la anatomía de nuestros pies es responsable en gran medida del pensamiento. De modo que el desprecio idealista hacia nuestros pies asienta en un falso razonamiento y en una impostura epistemológica. En la antropología de la corporeidad, en rigor, el pie juega otro rol. Con su avatar cósico-tecnológico (avatar sensual por excelencia) el calzado, el pie se encarama sobre la tierra de la que es parte inescindible. Pero por un momento, la mujer juega en la alt...